"En New
Jersey toqué para unos grandes aficionados al ajedrez. Mientras yo cantaba
ellos jugaban. Me pedían canciones tiernas. Yo cantaba lo que sabía, y en medio
de la canción oía “jaque”, “mate”, “fue un buen movimiento”, “ahora verás”.
Nadie escuchaba nada de lo que cantaba. Cuando fui a cobrar, el dueño del local
me dijo que allí no pagaban dinero. Le dije “bueno, pero yo he trabajado dos
días”. Él me dijo que sólo daban fichas de ajedrez. Dije “bueno, deme mis
fichas”. Por dos días de trabajo me dio un rey y una reina. Fui a la barra y
pedí una zarzaparrilla. Cuando me pidieron el dinero les di una reina y me
devolvieron cuatro peones, dos torres y un caballo."
No hay comentarios:
Publicar un comentario